Spin-off

Spin-off

jueves, 20 de octubre de 2016

Huellas XIX


    Paseé mis dedos por su brazo, Sahar dormitaba de espaldas a mí, vi su piel erizarse ante mi tacto. 
     La luz del sol entraba por la ventana. Suspiré al sentir su piel caliente en mis dedos, y me sumergí en el vívido recuerdo del perfecto inicio de ese día.
    El Palacio sobre el agua diseñado por un niño de trece años como muestra de amor hacia su hermana, se convirtió, desde el momento en que llegamos, en mi lugar favorito en toda Providencia y el mundo. Era lo más hermoso que había visto en mis veinte años de vida, después de Sahar, por supuesto.
    En ese Palacio sobre el agua el tiempo corría despacio, o así lo sentía yo. Entrar en él era como entrar a otro mundo, y saber que Sahar me llevó para compartir algo tan importante conmigo me llenó el corazón y el alma de emoción; Sahar estaba experimentando muchas cosas a un tiempo, cosa que la confundía: tristeza, amargura, culpa por no poder ayudar a su hermano, por no impedir el castigo que le aplicó su padre. Y deseo, lujuria, pasión, amor, por mí. Amor sí, me amaba, Sahar estaba enamorada de mí y yo estaba rendida a ella, y no tenía miedo, no sentí miedo. Cuando la vi derramar aquella lágrima tras decir lo que me dijo lo supe, e incluso antes; habíamos conectado nada más reencontrarnos.
    El último beso en el que nos fundimos tras las dudas que la asaltaron por temor a herirme, fue de esos besos que te descontrolan por completo. Y de ella, joder, que con cada beso me envolvía en la locura.
    Rompí el contacto con su boca, sentándome con las rodillas a cada lado de sus caderas. Sus ojos brillaban atentos a lo que estaba por hacer, me quité la camisa y, sin quitar mi mirada de la suya, la lancé a un lado como había hecho antes con su blusa. Sahar estaba sacando fuerzas para contenerse, vi cómo sus manos apretaban las sábanas y cómo su mandíbula se tensaba.
   Al percatarse de mis intenciones de quitarme el sujetador rojo que llevaba puesto, se sentó y con sus manos recorrió desde mi cintura pasando la suave y ardiente caricia hacia mi espalda, nuestras miradas seguían unidas. Jadeé al sentir sus labios besar mi torso, justo allí donde tenía la herida hecha por su padre. La  acarició con el dedo índice haciendo un suave recorrido por la línea vertical que iniciaba en la parte superior de mi ombligo y terminaba en la parte inferior de mi esternón. 
   Subió la mirada, la culpa se reflejó en ella, pasé mi mano por su oscuro cabello, Sahar volvió a besar mi herida, esta vez hizo el mismo recorrido que su dedo índice pero con sus labios, dejando un sendero de besos al tiempo que desabrochaba mi sujetador. Me ayudó a quitármelo dejando que nuestros dedos se rozaran por momentos, y me imitó deshaciéndose de la prenda, lanzándola sin importar donde cayera.
    Desabrochó mis pantalones, verla morderse el labio inferior me calentó mucho más de lo que ya me tenía y cuando lamió la punta de mi pezón derecho gemí sintiendo como estimulaba el izquierdo. Volvió a pasar la lengua para luego succionar, eché la cabeza hacia atrás entre gemidos.

-Sahar....-suspiré-.... Para... Sahar... Ah... Para... Para....

    No vi llegar el momento en que giró con brusquedad poniéndose encima, fue todo muy rápido.
   Su rostro se transformó, la malicia apareció brillando en su dorada mirada y en su media sonrisa. Asaltó mi boca en un vehemente beso, recorrí su espalda con mis manos mientras le correspondía. La piel le ardía, era parecido a cuando se sufre una intensa fiebre, sí, eso, pero superior a una simple fiebre humana. Lo increíble era que su temperatura no me molestaba, quemaba más no dolía, era placentera. Se repartía por todo mi cuerpo acrecentando la excitación que ya sus besos y caricias, su sola presencia y mirada despertaban en mí.
    Bajé las manos a su cintura, sus labios pasaron a besar mi cuello, cerré los ojos, encontrando el zíper de su falda y bajándolo. Para entonces había dejado de besarme, tenía la cara hacia un lado.

-¿Sahar?-susurré tras recuperar el aliento. No quería mirarme, algo había pasado-. Sahar-repetí, cogiéndola del mentón. Tenía los ojos cerrados cuando levanté su rostro, los abrió despacio; el brillo dorado se veía invadido por un color rojizo como el que vi un par de veces antes, la primera vez ella se disculpó sin llegar a dejar que le preguntara siquiera, tras eso lo olvidé hasta que empezamos a liarnos y lo vi aparecer de nuevo. Lo curioso es que la primera vez que el rojo apareció en sus ojos no estábamos haciendo nada, sólo me veía cambiarme-. Sahar, si quier.....

-Despacio-dijo, mirando mis labios y subiendo a mis ojos-. No quiero parar, y tú tampoco. No ahora.

    Me beso lento, tomando mi labio superior entre los suyos, luego pasó su lengua y bajó, hasta mi pecho; su boca torturó mis pezones, y sentí los dedos de su mano derecha iniciar el camino por dentro de mis pantalones hacia mi entrepierna. Dejó mis pechos, mirando su mano adentrarse en mis bragas sonrió, sus dedos apenas llegaron a rozar mi sexo.

-No sabes lo que me está enloqueciendo sentirte tan húmeda, Vesper-comentó, encontrándome en sus ojos cuando subió la mirada.

     Su bendita voz, su profunda y sensual voz, vistiéndome, como su piel vistiendo mi cuerpo. 
      Sacó la mano, salió de la cama. Me apoyé en mis antebrazos, ella dejó caer la falda y vi lo que llevaba debajo dejando escapar un jadeo.

-¿Ligueros?-sonreí-. ¿Llevas ese tipo de ropa interior incluso bajo tu ropaje de guerrera?  

-¿Qué otra cosa sino? Me gustan-respondió, riendo. Me acerqué al borde de la cama, me puse de pie y me quité los pantalones sin apartar los ojos de su cuerpo, cuando estuvimos en igualdad de condiciones se acercó, me senté al borde de la cama con ella encima-. Faye Vesper...-dijo, mordió mi labio inferior, susurrando un-: Mía....

     Me levanté un poco para acostarla en la cama, no despegué mi boca de la suya, tenía hambre de ella. 

-Te estás conteniendo-susurré contra su boca, tocando su coño por encima de sus negras braguitas.

-Si no lo hago esto puede salir muy mal-sonrió. Estiré su labio inferior con los dientes, y sin aviso metí un dedo en ella-. Joder.... 

-Vaya con la modosita-reí. Salí y volví a entrar, despacio como lo había pedido, era necesario encontrar la intensidad justa que debíamos llevar para no despertar el otro lado al que tanto le teme al estar conmigo. Metí un dedo más, esta vez gimió en mi boca-. Dime qué quieres, Sahar, dime qué tan rápido.....
   No pude evitar sonreír con tan delicioso comienzo, habíamos logrado que saliera bien, y a pesar de lo reventada que estaba disfruté el dolor corporal sólo con verla a ella acostada a mi lado. ¿Dormitar? No, no creí que estuviese durmiendo, sólo se vivía el silencio que nos rodeaba mientras sentía mi caricia.
   Sahar no había exagerado, su aguante no se podía comparar al mío o al de ningún humano, por algo dijo desde el principio ir despacio y no era sólo por protegerme de su otro lado. De ser por ella aún ahorita estaríamos follando, pero con mi último orgasmo vio el cansancio en mí y me pidió tregua para luego obligarme a dormir. Cómo quería darle más de mí en ese aspecto, pese a que sabía que había quedado satisfecha, quería darle más.
-Si sigues tocándome no respondo, Vesper-susurró.

-¿Es esa una provocación?-pregunté, escuché e imaginé su sonrisa-. No has dormido-suspiré.


-Es porque no estoy cansada, no acostumbro a dormir mucho tampoco. Lo más que lo he hecho es cuando estás conmigo-confesó. Se giró y me observó-. Tú sí que dormiste, estabas tan quieta, ¿no pasó nada malo anoche? ¿No te hice daño o fui muy dura contigo?
     Se la veía claramente preocupada por el particular, hice un gesto negativo con la cabeza.

-No pasó nada malo, lo hicimos bien, nunca había sentido tanto, ni tan soberanamente intenso-dije, siendo muy honesta. No le escondía nada, fue muy atenta conmigo, aún sentía sus caricias y besos como si justo lo estuviésemos haciendo de nuevo. Comencé a creer que era un efecto post sexo que sólo ella provocaba-. Y dura, conmigo, puedes serlo siempre-añadí, buscando provocarla sin ninguna sutileza de por medio.
       Dejó escapar una sonrisa, y se incorporó para besarme.
     Sus labios se encontraron con los míos alborotando las ganas.
    Adoraba su forma de besarme. Suave. Casto. Y luego me follaba la boca, asaltándola con su lengua. 
   Adoraba su posesión en cada beso que me daba.
   La adoraba.
    Mordiéndose el labio inferior se separó de mí y volvió a darme la espalda. Llegué a ver un atisbo de tristeza en su rostro, algo le estaba jodiendo el día y se había cerrado en banda; recorrí su espalda con mis dedos, y di el primer paso.

-Háblame-dije. Con Sahar tenía que ser paciente, había que sacarle lo que le preocupaba o atormentaba con cucharilla-. Sé que no sabes cómo actuar en ciertas situaciones, si te sientes confundida sobre algo no dudes en expresármelo; antes no tenías que lidiar con cosas que te atormentaran, importaran o preocuparan porque sólo te enfocabas en ordenar, aprender y obedecer. En tu mundo no existían emociones.-Otra persona en nuestra situación no tendría tanta paciencia con estas idas y venidas, lo sé, yo suelo ser así y a mí no me la tuvieron-. ¿Acaso he sido yo la que ha fallado?

-No digas tonterías.-Me dio la cara, se había acostado boca arriba y me miraba con ternura rayando en la adoración-. Anoche hubo un momento en el que casi me perdí, el control se me fue por escasos segundos pero conociéndome pudo ser el tiempo suficiente para herirte o peor.

    Eso explicaba el momento en el que dejó de besarme, sus ojos rojos... El brillo rojo. 

-Lo importante es que recuperaste el sentido y no te dejaste guiar por el otro lado-le dije. Deposité un beso en su frente y volví a mi lugar dándole el espacio que creí, necesitaba-. Lo hicimos bien, Sahar, lo superamos sin mayores percances. Salvo por mis dolores en cada músculo de mi cuerpo, me duele hasta respirar, pero es un dolor bueno-sonreí, sus labios dibujaron una sonrisa también, aunque efímera.
-Eres muy buena conmigo-dijo. Negué con la cabeza.

-Tengo segundas intenciones, mi bondad tiene un precio-bromeé.

   Enseguida soltó una carcajada, me gustó mucho que se relajara.  Aunque duró poco pues la vi fruncir el ceño, pensativa.

-¿Quién es Amanda?-inquirió. La pregunta me tomó desprevenida, no pude disimular mi sorpresa, no dio tiempo a hacerlo-. ¿Una antigua novia?

   Podía haber mentido, y también pude haberle dicho la verdad: Es tu hermana mayor de la que tu padre no quiere que sepas. Pero opté por algo más, por mi verdad omitiendo la parte que Circe me pidió guardar en secreto, y me mataba tener que ocultarle una información tan importante. Con ella no quería secretos, quería decirle todo lo que pasaba por mi mente porque sabía que era importante para nosotras, en especial para ella que era nueva en esto de relacionarse a un nivel tan íntimo con otra persona.

-Es quien hizo el trabajo sucio por Viktor Strauss-respondí-. Es quien asesinó a mi familia, yo....-Allí estuve tentada a escupir todo, y arruinar todo el asunto del encuentro entre ellas, porque apoyaba a su padre en el tema de que Amanda no sería una buena influencia para Sahar, pero Sahar no merecía ser alejada más tiempo de ella. Por muy mala que pueda llegar a ser, Amanda era su hermana y era Sahar quien debía decidir si tenerla en su vida o no-....la vi saliendo de casa de mis padres, y luego en el funeral que Viktor organizó. Era rubia, no parecía una asesina, tenía más pinta de modelo.

-Vuestros gobiernos pueden llegar a usar a modelos como asesinas-dijo. Creí que bromeaba, pero al ver lo seria que se puso cambié de opinión, después de todo ella y su clan tenían más información que yo sobre los gobiernos del exterior-. ¿Cómo supiste su nombre?

-Vi su foto en periódicos, la reconocí.-Y no era mentira, su padre tenía toda una carpeta de recortes y fotografías-. ¿De dónde sacaste tú su nombre?-pregunté, extrañada.

-Lo dijiste cuando estabas dormida hace rato, soñabas, al principio fue como una pesadilla y cuando iba a despertarte te calmaste.-Había estado observándome mientras dormía, sonreí-. También mencionaste su nombre durante la fiebre que te provocó la bebida, tras la discusión con mi padre olvidé preguntar.-Miró hacia el techo, humedeció sus labios, una manía que le había pillado, y después de unos minutos volvió a hablar-: Investigaré más sobre esa mujer, voy a encontrarla y la pondré ante ti. Haré que pague, haré que Viktor pague; te prometí una venganza y te la voy a cumplir. Por ahora...

-Lo sé, debo aplacar mi odio.-Volvió su rostro hacia mí-. ¿Serías capaz de hacer tanto por mí? Lo veo, te escucho y no quiero que sigas ese camino, Sahar. Siento que tu padre te ha usado como un arma toda tu vida, y no es justo para ti que yo apoye la decisión de ir a por ésta gente sólo por mí.
-Haré lo que sea por ti, lo que me pidas, lo que quieras sólo pídelo y lo haré, sólo pídelo y lo tendrás, Vesper. Por que estés feliz, por que estés tranquila, haré lo que sea; tus necesidades son mías, tu felicidad es la mía, tu paz, todo.

   La amaba, y sería capaz de hacer lo mismo por ella. La adoración en su mirada me hizo emocionarme, sentía como mi corazón latía fuerte, saltaba al oír su voz como si supiera que su dueña estaba allí cerquita.
    Sahar se levantó envuelta en la sábana, me senté en la cama.

-Tengo un presente para ti-dijo caminando hacia el armario.

-¿A qué se debe? Yo no traje nada para ti.

-Me has dado suficiente-comentó, volviendo un poco su rostro sobre su hombro, vi su sonrisa traviesa.

  Su espalda estaba libre de cicatrices, y ni una marca de los arañazos que le dejé, reí por lo bajo. Obvio que sana sola.

-No serán unas copias de las llaves de este palacio, ¿no?-aventuré. Escucharme decir aquello me produjo más satisfacción que nervios, conozco personas, y me incluyo, que correrían de sólo pensar en esa posibilidad, pero con Sahar ese tipo de conversación y bromas resultaban sencillas, salían de forma espontánea.

-¿Es lo que hacen en el exterior?-preguntó, sacando un objeto alargado dentro de una bolsa de tela negra que tenía la misma forma del objeto que llevaba dentro.

-Dar las llaves de un palacio no, tendrías que ser de la realeza o algo así-reí, aunque curiosa por lo que traía en sus manos-. Si una pareja lleva años de relación es lo normal, nosotras no tenemos nada de normales.

   Sahar se sentó al borde de la cama, me acerqué más a ella.

-¿Te gustaría vivir aquí?-preguntó, estudiándome el rostro con su mirada, supe que le gustaba mirar a la cara de la gente cuando hablaba, posiblemente para identificar las distintas expresiones y medir el estado de ánimo. Por lo general lo que las personas dicen no coinciden con la expresión que muestra el rostro, debías ser muy buen actor-. Si quieres unas llaves de este palacio ordenaré que hagan copias.

-Era broma, pero definitivamente, lo nuestro no es nada normal-le dije. La besé en la mejilla y me interesé en el objeto-. ¿Qué es eso?

   Me lo extendió, lo cogí y noté su peso. Sin quitar la mirada de Sahar lo saqué de su bolsa.

-¡Santa mierda!-exclamé, atónita por lo que sostenía en mis manos, la bolsa cayó en mi regazo-. ¿Una espada?

    La funda era plateada, la empuñadura también, ésta empezaba con la cabeza de un dragón cuya cola envolvía el mango y hasta donde iniciaba la filosa hoja negra que además, a contra luz, relucía en un rojo escarlata.

-¿Te gusta?-preguntó, mirando mi rostro.

   Yo no sabía qué decir, ¿si me gustaba? Era poco, la espada era preciosa, la encontraba poderosa, la sentía poderosa en mis manos.

-Es fascinante... Yo.... ¿De dónde la sacaste?

-La mandé a hacer ayer después de la reunión y antes de venir aquí, como mi padre te aceptó ya en el clan pensé que debías tener un arma propia. Si no es de tu agrado puedes hacer un cambio, modificarla, o como te plazca, es tuya; no me gustaría imponerte nada.

    Siempre formal, educada.
    Una espada, su arma favorita era la espada y se le daba de miedo manejarla, entonces recordé unas palabras que me hicieron sonreír.

-¿Y esa sonrisa?-preguntó, sin comprender. 

-La provocas tú-respondí-. ¿Recuerdas cuando tu madre me llevó a verte entrenar?-Ella asintió-. ¿Recuerdas que te dije que manejabas muy bien la espada?-Sahar volvió a repetir el gesto-. Dijiste que habías nacido con una espada en la mano, que habías aprendido a manejarla antes que caminar y hablar. Dijiste que la elegirías mil veces, que era tu arma favorita. Dijiste que yo sería tu espada.

    Pasé mis dedos por la hoja.

-Esto es simbólico-susurré-. Yo te protejo y tú me proteges. Me elegirías mil veces.

-Infinitas veces, Faye.

-¿Cómo hicieron algo así de hermoso en un día?-sonreí.

-Ordené que se le diera prioridad y no me marché hasta que estuviera lista. El hacedor de armas tardó tres horas, usó un material especial para fabricarla, es una espada gemela con la mía-explicó, su mano estaba sobre la mía, jugueteaba con mis dedos-. ¿Ves el brillo a contra luz?-Asentí-. Es mi sangre.

-Eso es retorcido-bromeé, poniendo la espada a contra luz.

    Ella rió.

-Tiene su por qué.

-Explícame, Princesa Hassassin.

-Si alguna vez nos toca ir por caminos separados en alguna misión, quiero que sepas que voy contigo, que te cuido, que nada ni nadie llegará a tocarte, ni a lastimarte. Siempre voy a estar a tu lado, nunca te abandonaré.

     Devolví la espada a su funda y la metí en la bolsa de tela, la dejé con sumo cuidado en el piso, cada movimiento sin apartar mis ojos de los de ella. Y lo supo, adivinó lo que pensaba, humedeció sus labios y sonrió, sus ojos cambiaron; se acercó despacio a mí, besó mis labios y fui echándome hacia atrás hasta quedar acostada con su cuerpo pegado a mi costado, entrelazando nuestras manos, siendo una en el beso.


      





       El camino de regreso no fue igual de silencioso que el de ida, conversamos y reíamos de cuanta tontería se le podía ocurrir a Faye. Tenía anécdotas muy simpáticas, era muy unida a su familia pero su alma era salvaje, buscaba la aventura, amaba viajar.
     No sabíamos qué hora era cuando empezamos el trayecto rumbo a palacio, por la posición del sol le aseguré que eran las tres de la tarde, ella se burló.

-Como sigas de burlona conmigo no volveré a dejar que me beses-le advertí.

-¿Quién es adicta a los besos de quién? ¿Quieres apostar a que eres tú quien me busca?-siguió el juego.

-No hago esas cosas.

-¿El qué? ¿Buscar? ¿Prefieres que te rueguen? Habló la arrogancia.

-No soy arrogante, y me refería a que no hago apuestas. 
 -No serás arrogante a próposito pero bien que se te da, y me fascina.

   Con esas palabras dio por terminada la discusión.
   No sabría explicar lo que se arremolinaba en mi pecho, lo que corría por mi cuerpo como electricidad cuando la tenía cerca. La presencia de Faye no pasaba inadvertida para nadie, se hacía notar, iluminaba el lugar donde entrara.
   Desayunamos juntas en la cama, en la cocina ya había dejado algunas cosas del día anterior cuando fui a ver el palacio. Con ella allí no sentía tristeza; tenerla entre mis brazos experimentando todo a un nivel distinto a cuando sólo era sexo-y ya entonces eran fuertes las sensaciones-me hizo darme cuenta que sin ella ya no podría estar. Era amor, esto era amor, al fin lo sentía en carne propia.
   Y recordaba todo, sus gemidos, sus palabras, sus caricias, la expresión de su rostro ante el placer que yo le proporcionaba. Cada detalle lo recordaba. Por lo general entraba como en un trance y al terminar no sabía de mí, y las escenas de lo ocurrido se repartían en fragmentos inconexos; con Faye no ocurrió, a ella la recordaba, y las imágenes de lo que vivimos eran nítidas.
   Poco faltó para dejar que el violento instinto, la sed de sangre, me abrazara. Casi le hago daño, me di cuenta a tiempo de que era su cuerpo el que estaba bajo el mío y paré.
   En esos momentos el instinto me ciega, las ganas son más altas, la sangre me hierve y sólo busco saciarme yo. El yo, yo, yo es quien gobierna, lo que le pase a mi amante poco importa.
    La miré de reojo antes de entrar a los terrenos de palacio, se le veía feliz. Y me lo transmitió con un guiño de ojo al notar mi mirada sobre ella. Entonces pasó, apenas bajamos de los caballos Drako vino a nuestro encuentro con una enorme sonrisa en la boca, y Faye..... Faye dio un paso al frente y cayó de rodillas. La sonrisa de Drako desapareció, solté las riendas del caballo y me acerqué corriendo a Faye, me arrodillé frente a ella y tomé su cara entre mis manos, estaba helada, una sombra negra rodeaba sus ojos.

-Faye....-musité. No cabía en mí del miedo, Drako se situó a mi lado-. ¡Faye, mírame!-exclamé cuando la vi cerrar los ojos, de su nariz empezó correr sangre-. No... No...No....

-¡Drako, cárgala y llévala al dormitorio de Sahar!-oí gritar a mi madre.

   Drako hizo lo que se le ordenó, ambas fuimos tras él. Ante las escaleras mi padre me detuvo, no me giré.

-¿Cuando entenderás que no eres normal, que tu lugar está en vivir en la soledad, que haces daño, matas a las personas?-dijo.

   
   




lunes, 17 de octubre de 2016

Huellas XVIII


   Al concluir la cena mis padres nos dejaron a solas, los cinco nos mudamos a la sala de estancia. 
   Padre había tratado bien a Faye durante la comida, ¿cómo debía tomarme eso? La actitud de las personas me confundía, y seguro así seguiría por un buen tiempo, estaba entrando en un juego en el que era inexperta, un juego en donde se suponía que los sentimientos de otros debían importarme, y no podía, no estaba acostumbrada a tales cosas. Me encontré sin saber muy bien qué hacer tras conocer la verdad sobre el pasado de mi padre y mi madre biológica, conocer la mentira que le contaba a Vadhir, me encontré enfadada porque él le mintió a mi hermano. Yo no era así.
   Aquella era la parte de la historia que Circe evitó la última vez que hablamos a solas. 
   Y ahora repentinamente padre accedió a que viajara con él a Nueva York, ¿será allí donde se lleve a cabo el evento del que Circe dijo que cambiaría si yo decidía asesinar a Viktor Strauss un día cualquiera de éstos?
   Sacudí la cabeza, me hallaba sentada en el sofá con una copa de vino tinto en la mano observando a Faye charlar con Erza y Drako, los tres de pie con las puertas que daban al jardín abiertas. 
    Durante la cena se turbó un poco tras la interrupción de Circe y Erza después de habernos quedado mirando un rato. Y eso después de decirle que me ponía rara si pasaba mucho tiempo en el exterior. Su boca era un vicio, no pude evitar bajar la mirada a sus labios, ya había probado sus besos y eran una maldita droga. Faye Vesper se estaba volviendo una bendita adicción.
   Crucé las piernas y llevé la copa a mis labios para dar un sorbo al vino, ella giró la cara hacia mí como adivinando o sintiendo  la caricia de mi mirada sobre su cuerpo. Sonreí, apartando despacio la copa.


   No sé si fue el efecto del vino que bebimos, pero Drako se volvió más amable conmigo y no tenía la cara de mala leche que guardaba especialmente para mí-aunque Erza dijera que el hombre era así con todos, conmigo aplicaba especial esmero-, sin embargo yo sí que le guardaba un poco de resentimiento y sabía que no tenía derecho a tal cosa, pero sí que tenía presente la imagen de él y Sahar besándose a la puerta del dormitorio de él, sus manos acariciándola... Y sabía que Sahar no se había acostado con el rubio, aseguró que desde que llegué no había estado con nadie pero me enloquecía pensar que antes de mí sí, y que ese alguien era él. El primero.
     Era una soberana locura que sintiera celos.
   Drako me cayó bien-de nuevo, ¿efecto del vino?-, charlamos con Erza animadamente después de la cena. A la vez me caía mal por su relación únicamente sexual o quién sabe qué más habría entre ellos. Cuando Sahar entró al comedor a él se le fueron los ojos-vale, a todos-, pero él fue más obvio.
   Debía quitarme esos celos locos, Sahar no era de mi propiedad.
   Mi piel se erizó al sólo pensarla y saberla en la misma habitación que yo. De forma sutil la busqué con la mirada encontrándola con sus ojos puestos en mí mientras bebía de su copa, sonrió apartándola con lentitud. No sé qué tenía aquel gesto, nunca sé si Sahar hace las cosas de forma intencional o le salen natural pero el gesto fue lo suficientemente erótico como para calentarme. De repente sentí la humedad en mi sexo, sus ojos brillaron momentáneamente, prueba de que en ella estaba pasando lo mismo.
   Dec, que había estado apartado, se acercó a la morena por detrás del sofá y se inclinó para susurrarle algo al oído. Me disculpé con los otros dos y fui con ella, Declan se sentó en el sillón de enfrente, yo a la vera de Sahar. Drako y Erza se unieron a nosotros.

-Estuviste perdida toda la tarde, Euzma-dijo Erza, lanzándome una mirada fugaz que, estoy segura, Sahar notó-. Creí que estabas con tu padre, pero al verlo sorprendido a tu llegada, deseché esa idea.

-No estaba con él-respondió Sahar, mirando el líquido en su copa-. Tenía asuntos qué resolver, nada que te incumba.

-Me preocupé.-La voz de Erza se volvió fría.

-No lo hagas-replicó Sahar.

    Erza no sólo tocó el tema por mí, ella también se preocupaba por Sahar y ésta solía tratarla con dureza y altivez. Erza no se lo tomaba a mal porque llevaba toda su vida conviviendo con ella, y como me dijo esa tarde: Sahar no conocía otra forma de ser. Estaba acostumbrada al trato que le daba su Señora, y aunque desde afuera se viera como un mal trato no era más que la coraza que llevaba puesta la Princesa Hassassin desde siempre, sin emociones de por medio, sin darse cuenta que podía llegar a ser hiriente. 

-Sahar, es normal que la gente que te quiere se preocupe por ti-le dije, cuando me di cuenta de lo que había hecho tras decirlo me puse nerviosa pues todos, menos ella, me miraron. Le había dado un beso en el hombro, fue algo que me salió hacer. Erza apretó los labios para aguantarse la risa, Dec y Drako no fueron tan sutiles, ambos rieron por lo bajo-. Lo que no es normal es que la trates a Erza de ese modo-proseguí.

    Sahar me miró, procesando mis palabras, después de unos segundos quitó sus ojos de mí y los situó en Erza.

-Lo siento si te herí-dijo, pero esa actitud que la hacía parecer tan lejana de todo y todos, tan altiva y dueña de lo que le rodeaba, sólo consiguió que la disculpa se escuchara menos convincente y más gélida.

-Tranquila, Euzma-sonrió Erza.

-¿Ves? No hice nada malo-dijo Sahar, y ésta vez su tono fue más suave y dulce conmigo.

    Miré a Erza, hizo un gesto que dio a entender un: Te lo dije
   En la tarde, entre sus palabras hubo una frase que rememoré en ese instante: "....como ella se porta contigo no lo hace con nadie".
     Me gustaba que fuese así, pero Sahar debía aprender a tratar con menos prepotencia al resto, sabía que no era su culpa, es egoísta por naturaleza y su padre y madre han ido enseñándole a tratar como iguales a los demás. Sin embargo no era algo que se le diera de forma sincera porque no sentía que debía hacerlo, si ayudaba lo hacía porque así lo querían otros-su padre, Circe-, aún no le nacía hacerlo porque quería, porque así lo sentía. No conocía la piedad.
   Lo más cercano con lo que su propia familia podía compararla era un demonio. Y entonces....

-¿Qué es Blood Drynka?-pregunté, interrumpiendo la charla que estaban teniendo. Sahar sólo los escuchaba, no intervenía; saqué la pregunta porque ya lo había oído mencionar antes a su padre el día que volvió y fue por nosotros al pueblo donde nos refugiamos mientras Sahar se encargaba de las quimeras. Y ésta lo mencionó de nuevo la noche anterior-. Blood Drynka, ¿qué es?-repetí al ver que se miraban los unos a los otros, Sahar seguía imperturbable.

     Erza, con cautela, habló:

-Bebedor de sangre.

    Compartió una mirada con Drako. Y uní nuevas piezas: "No tengo el mismo aguante que los humanos, y en el proceso puedo llegar a lastimar incluso a alguien tan fuerte como un Blood Drynka". Fueron las exactas palabras de Sahar en nuestra conversación post calentamiento porque no pasamos de ahí, la criatura que era ella no podía mantener una relación sexual con un humano, temía herirme y de hecho llegó a hacerlo. Me froté la muñeca izquierda, pensativa.

-En el exterior los nombran...

-Vampiros-dije, terminando la frase de Declan. No, definitivamente ya nada me sorprendía; y si Sahar lastimaba a un vampiro durante el sexo, entonces comprendía su dilema conmigo-. ¿Alguno de ustedes es un Blood Drynka?-pregunté por preguntar, ya sabía que Drako lo era, y si Sahar sólo lo buscaba a él cuando tenía ganas era porque su prometido era un humano, a Erza la descarté porque la misma Sahar me dijo que no era con Erza con quien se bajaba la calentura. Lo raro era que Dec y su propio padre permitieran aquello. ¿Será que Cassul sí sabe de las actividades de su hija?

-Sólo Drako y mi padre-respondió Sahar, renunciando a su voto de silencio-. En el pasado mi padre intentó que otros vivieran aquí pero no salió bien, así que no volvió a repetir el error de que sus hijos bebedores de sangre corrompieran la paz en Providencia.

-Entiendo-asentí-. ¿Dijiste "hijos"?-inquirí al rebobinar en mi mente sus palabras.

-Mi padre fue el primero, de él vinieron las generaciones posteriores. Pocas castas, claro está, los Blood Drynka son un poquito rebeldes con papaíto y éste se vio obligado a cazar a sus hijos y darles muerte; aún viven algunos pocos en el exterior, pero bajo las reglas de mi padre, él les prometió una vida fuera de las sombras, debían aprender a convivir con los humanos, cosa que ha sido difícil. No existe vampiro vegetariano-sonrió.

-Pero tu padre y Drako...

-Pueden salir a la luz del día porque con la ayuda de Circe y alguien más encontraron la manera de revocar la maldición de la muerte por luz solar. Era necesario para la tarea que le encomendaron.

-Proteger Assiah-añadió Drako.

-Proteger Assiah-repitió Sahar.

    Ahiram Cassul era un vampiro, el primero. 
    En mi adolescencia había leído historias al respecto, en ellas se hablaba de varios orígenes del vampirismo. La que más llamó mi atención cuando pasé por esa fase fue la de la marca de Caín, se decía que él había sido condenado por Dios y exiliado por su padre Adán como castigo por la violenta muerte que le dio a su hermano. 
   Caín, el primer vampiro merodeando en solitario por milenios, una maldición de sangre que recayó en él de mano de Lilith -primera esposa de Adán-, no de Dios como contaban algunas historias. Lilith le enseñó la magia de la sangre y de allí su inmortalidad. Pero con ello tendría como castigo vagar en las sombras, él y sus descendientes. Incluso llegó a prohibirles a éstos multiplicarse, conociendo lo violenta de esa nueva raza que él había iniciado, a esa prohibición sus descendientes no hicieron caso y la magia de la sangre pasó en la familia, generando caos y  muerte entre los humanos de aquél tiempo. Caín al ver lo que había hecho, el sendero de muerte que su descendencia había dejado a su paso, decidió entregarlos a la muerte del diluvio universal del cual supo pero no advirtió a su gente.
    Los vio morir a sus hijos, y nietos.
    Relacionar a Sahar como hija de Caín, que Ahiram resultara ser éste. No sabía ni por qué lo dudaba si me encontraba en Providencia, una parte del jardín de Edén, y rodeada de seres inmortales, místicos.
   Sahar me estudiaba con la mirada, los demás seguían con su conversación.

-Estoy muy cansada-anuncié, levantándome-. Me iré a dormir, ¿vienes o te irás a otra habitación?-le pregunté a ella.

    Sahar dio las buenas noches y salió delante de mí.
    Caminamos en silencio hasta sus aposentos, yo iba tres pasos detrás de ella. Miraba su espalda, su descarada forma de andar que me gustaba como todo en ella. Hija de Caín. Princesa Hassassin.
    De ser así entendería aún más la actitud de su padre, su sobre protección, lo vivido en su pasado y en su reciente pasado lo trajeron a ser el hombre que es hoy.
    Sahar abrió la puerta y entró directo al dormitorio, cuando yo entré abrí las puertas que daban al balcón, y salí. Me recargué en la baranda, noche fría y estrellada; no tenía que darle vueltas, procesar esa información para qué, si igual la quería, nada cambiaría pero era tan interesante.

-Tu silencio me abruma-la oí decir. Se paró a mi lado-. Nunca me había abrumado un silencio.

-Drako y tú juntos me abruman-solté-. Y lo peor es que parece que él siente algo por ti.

   No me molestaba ni me asustaba que fuese hija del primer asesino de la historia del mundo, ni que yo estuviera en casa de éste. ¿Y cómo demonios fue admitido en el Edén? ¡Ah, cierto! Le encomendaron una tarea, proteger Assiah, proteger a los humanos. ¿Dios le encomendó dicha tarea? Tengo mucho qué aprender aún. Y lo único que hacía era celarla porque vi a Drako muy interesado en ella en cuanto entró al comedor. Debía poner en orden mis prioridades.

-Drako no tiene sentimientos por mí, Vesper-dijo, tamborileó con los dedos en la baranda-. Lo que tenía con él era necesario, sólo nos acostábamos.

-¿Era necesario que tus "necesidades" fuesen apaciguadas por él? Y oye ¿cómo es posible que le pintes el cuerno a tu prometido y él se quede tan quieto? ¿Acaso no sabe? ¿Tu padre sabe que te acuestas con Drako?

-Sí era necesario-respondió, sin inmutarse. A diferencia de mí que la interrogué casi a los gritos-. No sé qué significa "pintar el cuerno", Declan sabe y mi padre también.

    Me cubrí la cara con las manos, escuché su sonrisa, y la sentí situarse a mi espalda. Me obligó a quitar mis manos de mi rostro para luego estirar sus brazos y recargar sus propias manos en la baranda dejándome atrapada entre ésta y su cuerpo.

-Escuché de los celos infinidad de veces, pero nunca los había visto ni mucho menos sentido, y espero jamás experimentarlos. Se ven feos-me susurró al oído. Mi piel se erizó ante su cercanía, su voz y sus labios rozando mi oído-. Aunque en ti me provoca.

-Yo no estoy celosa-sonreí. 

-¿Entonces es probable que no haya entendido la definición?-preguntó. Yo había puesto mis manos en la baranda, reposaban junto a las suyas, ella las acariciaba con sus dedos pulgares. Su cercanía, su tacto, me estaba volviendo loca-. Creo que tienes algo dando vueltas en tu cabeza y no son sólo tus "no celos". Interrógame-pidió en un susurro.

-Tu padre.

-¿Sí?

-Su verdadera identidad es Caín, ¿no es así? Eres hija de Caín.

-Sí, ¿tenemos problemas con ese particular?-Su voz sonó ligeramente alarmada al hacer la pregunta.

    Le di la vuelta a mi mano derecha para buscar entrelazar los dedos con la suya, quería demostrarle que no, que no me importaba de quién descendía. Me importaba ella.
    Al tener nuestras manos juntas besó mi hombro, casi pude ver su sonrisa.

-¿Cómo te conviertes en Blood Drynka?-inquirí, ella guardó silencio por un rato, había apretado muy suave mi mano debido a lo tensa que la puso mi curiosidad por el tema.

-Debes morir con la sangre de uno en tu sistema-respondió, satisfaciendo mi curiosidad.

-Magia de la sangre-murmuré.

-Sí, la magia de la sangre. Terminas vinculándote a tu convertidor, doblegándote a él, pero a veces el pasado como humano puede interferir en ese vínculo volviendo al neonato, con el tiempo, en alguien desobediente a su padre de conversión. Por tal razón mi padre no les permite la entrada a los Blood Drynka del exterior, ya lo intentó y se puso feo; tuvo que exiliarlos y luego cazarlos. Aún existen castas que viven bajo sus reglas, esperando pacientemente a que cumpla su promesa.

     Suspiró.

-Mi padre tiene la idea de que pueden convivir con humanos como él y Drako lo han hecho aquí-añadió-. Hasta ahora las castas que quedan no han causado problemas, por eso los ha dejado vivir.

-Bebedores de sangre-murmuré. Mi curiosidad atacó de nuevo-. Si eres su hija, ¿no se supone que debiste heredar la sed de sangre?

   La escuché reír bajito.

-Mi padre y Drako se alimentan de comida normal sin que les haga daño. Aunque a veces la sed sea inaguantable; yo soy distinta, te lo dije, mitad humana y mitad Blood Drynka pero ninguna de los dos. Mi sed de sangre es diferente, puede que más peligrosa.

    Lo único que hizo fue despertar más mi curiosidad.

-¿Tan peligrosa como para hacerle daño a Drako durante el sexo?-pregunté, siempre cautelosa-. ¿Cuando empezaron? Eres menor que él, me corrijo: eres menor, punto.

   Volvió a reír.

-Tan peligrosa como para hacerle daño, sí-dijo, y mientras hablaba acariciaba mi muñeca izquierda donde poco quedaba del moratón que me hizo ella-. Empezamos el año pasado, finales del año pasado. Circe dice que es posible que sea una adulta en cuestión de nada pues mi doloroso desarrollo empezó a muy temprana edad, y a los trece la dolorosa madurez sexual lo cual fue un desastre que no recuerdo bien, sé que lo fue porque tengo imágenes poco claras en mi cabeza, escenas violentas.-No solté su mano, sé que para hablarme de éstas cosas necesitaba mucha fuerza porque el miedo a mi rechazo le podía, lo sé-. Cuando las ganas llegan deben ser saciadas de inmediato o me pongo muy mal, es doloroso, triste.-Llevé su mano derecha a mis labios y la besé, escuché cómo se le escapaba un gemido. ¿Era tan sensible a mí o es normal en ella? Pregunta que queda pendiente-. El año pasado a Circe se le ocurrió que lo único que podía resistir lo suficiente y salir vivo, era un Blood Drynka, mi padre no quiso a cualquiera y con el consentimiento de mi prometido se lo pidieron a Drako quien aceptó, sé que sin ánimo por el cariño que me tiene. Me lo confesó.

-Debió ser difícil-comenté.

-Fue difícil para él, mucho, y más cuando todo terminó. Pero en un inicio pasamos la noche, él encima de mí.-La imagen cruzó por mi cabeza. Lo odié-. Mi temperatura corporal sube tanto que siento que voy a explotar, siento dolor.... Es desagradable la verdad; él apaciguó eso, me hablaba aunque recuerdo poco de lo que decía. Las noches siguientes fuimos pasando a algo más físico, y cuando terminamos, para mí fue como despertar de un trance. Él me abrazó pero estaba herido, lo extraño es que las heridas debieron cerrarse, sanar, sin embargo lleva las cicatrices que ni siquiera la Sanación que usé para curarte, funcionó en él. Es como si yo estuviese más maldita que mi padre, y mil demonios juntos.

   Iba a alejarse pero no la dejé, aún con su mano en la mía, obligándola a permanecer con su cuerpo pegado a mi espalda.

-Yo creo que puedes controlarlo.

-Yo también lo creo, Circe también lo cree, está fascinada conmigo. Soy su animalito favorito, su objeto de experimentación-dijo muy seria, yo solté una carcajada-. ¿Qué es tan gracioso?-preguntó.

-"Animalito favorito", no creo que tu madre te vea de ese modo. 

-Es como si me estudiara todo el tiempo, Vesper, haciendo observaciones sobre mi actitud, es desagradable y poco educado.

-Lo hace para ayudarte-dije. La solté y di vuelta para verla a los ojos dorados, felinos-. Quisiera poder ayudarte también.-Tomé su rostro en mis manos.

   Sonrió, la malicia en su mirada y en su sonrisa me hizo saber en qué estaba pensando.

-Pervertida-solté.

-Pero si no he dicho nada-se defendió, enarcando una ceja.

-Lo pensaste.

-¿Lees la mente? No sabía que los odiosos humanos ya habían descubierto esa capacidad.

   Intentaba entretenerla para que el momento tormentoso pasara, para que se relajara.

-Lamento ser.... Odiosa con Erza, y el resto-dijo.

-Sé que no es tu culpa ser así, sé que no hieres con intención. Pero debes entender que te quiere, como Circe te quiere, Dec, Drako, la gente a la que cuidas por órdenes de tu padre. Incluso éste en su retorcida forma, te quiere.

-¿Por qué me quieren? Nunca he entendido esa necesidad de ser querido, o querer-dijo, desviando la mirada que luego volvió a anclarse a la mía-. Lo dicen tanto, lo repiten tanto que a veces creo que es mentira, que a veces no lo sienten en realidad. Es una frase mundana que no me gusta-aseguró. Bajé la mirada, seguía atrapada entre ella y la baranda, se acercó más a mí, al levantar mi rostro vi en su mirada mucho más que un brillo dorado. Vi adoración-. Yo no te diría que te quiero porque seguro han habido otros antes que yo que te lo han dicho y te han fallado. Yo te lo demostraría cada día.

    Nunca había oído algo así en toda mi vida, y sé que viniendo de ella era sincero, no una frase fabricada para conquistar sino que salía desde lo más profundo de su ser. 
   Alguien que nunca había sido abierta con nadie, que nunca había sentido por nadie, cuyas emociones simplemente no existían, alguien que no sabía mentir, no podía expresarse de esa forma tan bonita a menos que lo sintiera muy dentro. Y aún más prueba de ello fue la lágrima que corrió por su mejilla de la cual ella misma se sorprendió, y limpió.

-¿Qué me pasa?-sonrió.

-Me estás queriendo, o poco más, Princesa Hassassin-sonreí, depositando un casto beso en sus labios. 

   

      Tenía el corazón acelerado, sus labios presionaron los míos con delicadeza, la sangre me hervía. La criatura de sangre caliente que era estaba ansiosa por un beso más profundo, dolía desearla de éste modo, dolía quererla de éste modo casi enfermizo. Y esto sólo por mi parte, por lo que yo era. Adicta a su boca, a su lengua, pero me contuve, algo me decía que podía hacerlo, el contenerme para no hacerle daño.
    Me separé de ella, me mordí el labio inferior observando los suyos. Tuve miedo de que no aceptara mi procedencia, la línea de sangre que me une a Caín; quería comprobar que no lo estaba imaginando, que aceptaba a la hija de un hombre que por milenios ha sido rechazado. 
   Decirle que le demostraría más con acciones que con una simple frase lo mucho que la quería me hizo derramar una lágrima como cuando nos besamos por primera vez. Emociones desbordadas, un universo de ellas en mí. Y todo desde que apareció. Tal vez de niñas no pasamos el suficiente tiempo juntas cuando nuestros padres se asociaron, tal vez sólo nos vimos un par de veces y nos llevábamos fatal. Para ahora hacerla parte importante de mi vida.

-Quiero mostrarte algo-le dije-. El lugar donde estuve toda la tarde, pero como iremos cabalgando llegaremos allí a la madrugada.

-¿Qué hay de tu padre?-preguntó-. Si para el desayuno no estás aquí me culpará-se echó a reír tras decir eso.

-Yo creo que le caes bien, tienes carácter.

    Entré al dormitorio, ella me siguió. Cogí un abrigo del armario y se lo entregué, yo cogí otro para mí.

-Vamos.

    Salimos de palacio directo a las caballerizas, y nos marchamos juntas. En un principio fue una carrera en la que tomé la delantera muy pronto, aminoré el paso cuando llevábamos media hora de viaje; me situé a su lado y así anduvimos en silencio por el prado que a esas horas de la noche se encontraba iluminado por una luna llena hermosa. 
   Cuando empezó a aclarar la niebla nos cubrió así que me mantuve aún más cerca para que no se perdiera.

-¿Adónde me llevas?-preguntó.

-Ya lo verás.

    Buscó mi mirada y sonrió, sacándome una sonrisa también.
    Faye era especial, no podía ver más que luz en ella pese a la oscuridad que la rodeaba, esa sed de venganza a la que no le sería fácil renunciar y que prometí saciar. Estaba dispuesta a cumplirle.
   Ahogó un grito deteniéndose, y sacándome de mis pensamientos, me detuve también. Desde la colina donde nos encontrábamos podíamos ver el palacio sobre el agua que mi hermano, a sus trece años, pidió construir para mí como obsequio de cumpleaños. La expresión en la cara de Faye me hizo reír, era entre asombrada e ilusionada, como si estuviera en medio de un sueño. Sonreía.
    No podía creer que aquello fuese algo real, soltó una palabrota y me miró.

-Pero....-musitó-. ¿Qué....? ¿Cómo....?

-Preguntas para luego, Vesper-dije, avanzando.

   Bajamos de la colina, y al pisar la calle bajé del caballo, tomando las riendas, caminando delante de él hasta las caballerizas que quedaban unos metros más allá. Como nunca había ido hasta ahí salvo el día de nuestro cumpleaños, las caballerizas no habían sido usadas, pero creo que mi padre las mantenía limpias porque el día anterior las encontré como si hubiesen sido recién construidas. Y el interior de palacio estaba impecable, sin pistas de polvo ni telarañas, cualquiera pensaría que era habitado.
    Faye dejó a su corcel al lado del mío, le extendí la mano y la llevé al puente que unía palacio con la calle de porcelanato y granito. Vadhir se había encargado de cada detalle.

-Es hermoso-le oí susurrar a Faye-. Creí que el palacio donde vives era inigualable pero éste, no sé qué decir.

   Abrí las puertas y la dejé entrar primero.

-¡Mierda!

-Esa boca-le dije. Faye rió, y se paseó por el vestíbulo-. Mi hermano se ocupó del diseño de todo, fue mi obsequio de cumpleaños número catorce.

-Pero tú....

-No vengo aquí, no-respondí a su pregunta sin permitirle terminarla-. Hasta ayer después de terminada la reunión, siento muchísimo haber faltado a nuestro almuerzo pero después de enterarme de todo lo que ha hecho mi padre, las mentiras que le dijo a mi hermano, pensé en éste lugar, pensé en él y en que tal vez hubo otra razón por la que mi padre lo retó a duelo, no sólo por su desobediencia, por su rebeldía.-Que horror tener que sentir ¿culpa era esto?-. Y yo no hablé cuando la decisión de castigo recayó en mí.

    Faye me abrazó, como siempre en esos casos yo no sabía cómo reaccionar. Poco a poco la rodeé con mis brazos.
    Besó mi mejilla, giré mi rostro y busqué su boca, gemí al sentir su lengua pidiendo permiso para entrar. Entreabrí los labios, apretándola a mí, la temperatura subió al instante y me separé.

-Ven, subamos-susurré.

-Todo un palacio para la Princesa Hassassin-rió-. ¿Qué le obsequiaste a Vadhir?

-Circe se encargó de eso-dije apenada-. Soy un monstruo.

    Su mano se entrelazó a la mía.

-No creo que a tu hermano le moleste que vengas aquí, él sabía cómo eras y si te obsequió este lugar, si lo hizo especialmente para ti no fue esperando algo a cambio. Sino buscando un vínculo contigo, algo simbólico, ya que no le permitías acercarse.

    Entramos a mi dormitorio, nuevamente soltó una palabrota. La luz era tenue proveniente de una lámpara colgada del techo, ésta era una habitación enorme, no había una puerta que separara antesala y dormitorio, parecía una casa más.
   Me quité el abrigo y lo dejé en un sillón, Faye me imitó aún fascinada con los detalles arábigos del dormitorio.
   Me senté al borde de la cama y la rubia se acercó con una sonrisa dibujada en los labios; besó mis labios, correspondí paseando mis dedos por su cuello.
 
-¿Por qué me trajiste aquí? ¿Por qué salvaste mi vida yendo en contra de los deseos de tu padre?-preguntó de pronto, sin alejarse demasiado.

-No conozco a nadie que haya sobrevivido a la espada de mi padre, he presenciado tu lucha por sobrevivir pese a todo lo que perdiste. Me resultas fascinante-respondí, quitando un mechón de su pelo de su rostro-. Te traje aquí porque necesitaba que me acompañaras, quería que vieras éste lugar que ahora es importante para mí como lo eres tú, Faye.

-¿Tan importante?-preguntó, sonriendo sin poderlo creer.

-¿Lo dudas?-Enarqué una ceja.

    Llevó sus manos al borde de mi blusa y sin apartar su mirada de la mía me la quitó. Levanté mis brazos para ayudarla, la lanzó a un lado cuando la sacó, y volvió a mis labios; sentía mi cuerpo arder, mi piel, la sangre en mis venas, mis labios correspondiendo a los suyos. Jadeé en su boca, dolía, no quería un calentamiento nada más.
-¿Qué pasa?-preguntó cuando me alejé.

-Tengo muy presente lo de tu muñeca, tu mano....

-Olvídalo, Sahar, y mírame con esos preciosos ojos felinos que tienes de lo excitada que estás-dijo. Sacó su lengua, rozó mi labio inferior, luego el superior, quise besarla pero se apartó iniciando un juego entre besos que no llegaban. Sintiendo nuestros cálidos alientos, hasta que la tomé de la nuca-. ¿Duele? ¿Te sientes adolorida?

-Sí, necesito más de ti. Cada vez que te tengo cerca, y cuando no, te extraño, te deseo más, pero si te lastimo de nuevo me quebraré, Vesper.

-No tiene que ser ahora-susurró, comprendiendo. Sus caricias en mi mejilla con el dorso de sus dedos me abrasaban-. Te quiero con todo, eres un ser hermoso, Sahar. Me basta con dormir y despertar a tu lado.

    Si pudiera controlarme, no liberarme del todo.....

-Despacio-susurré-. Te necesito ahora, a ti. A nadie más, sólo a ti.

-¿Estás segura que puedes?-Besó muy quedo mis labios, yo sabía que anhelaba esto tanto como yo. 

   Como respuesta puse mi mano en su nuca y la besé atrayéndola. Sólo bastaba probar.
    Yo no le diría un Te quiero porque seguro han habido otros antes que yo que se lo han dicho y le han fallado; yo se lo demostraría cada día, empezando hoy.